La fibromialgia es un síndrome crónico que afecta en su mayoría a mujeres y se caracteriza por dolor musculo esquelético y fatiga generalizada. El ejercicio físico puede ser un aliado fantástico para mejorar e incluso aliviar alguno de los síntomas de la fibromialgia. Ya sabemos que el sedentarismo en general perjudica la salud. Pues bien, en la fibromialgia mantener una inactividad empeora los síntomas de manera significativa.

Desde 2012 hasta ahora, hay diferentes estudios que demuestran una relación positiva entre el ejercicio físico y la reducción de los síntomas de la fibromialgia.

Es importante recalcar que las personas  que padecen fibromialgia son en su mayoría sedentarias. Este es un dato importante ya que la progresión de la intensidad del ejercicio tiene que ser exhaustiva.  Un aumento desproporcionado de la misma, va a provocar esas temidas agujetas, y como consecuencia, una mayor rigidez muscular ocasionando un dolor muy contraproducente para este tipo de patologías.

El éxito de un tratamiento basado en ejercicio físico para personas con fibromialgia, no se basa tanto en qué ejercicios hacer, si no en el cómo hacerlos. Por este motivo, contar con un buen profesional que diseñe un plan con una progresión adecuada y con una buena selección de ejercicios es fundamental.

Un aumento de masa muscular y movilidad general va a aportar beneficios a nivel de reducción de dolor, mejora del equilibrio, mejora del sueño, y por supuesto, reducción de la ansiedad, estrés o depresión, provocados por el dolor crónico.

La recomendación general es que se hagan al menos 2 sesiones a la semana de una hora de ejercicio que combine actividades de movilidad, resistencia cardiovascular, fuerza y coordinación…

Lo ideal es que la persona con fibromialgia pueda escoger una actividad que le motive y que esté supervisada por un profesional de la actividad física del deporte que le sepa guiar y adaptar el proceso hasta conseguir ese gancho al ejercicio que tantos beneficios va a aportarle a todos los niveles.